Ser persona es comprender que el otro nos concierne, que su dolor y su alegría no pueden dejarnos indiferentes. Ante el otro, no cabe la evasión, sino el compromiso. Los otros no nos limitan, sino que nos configuran. Nos permiten ser, conocernos, encontrarnos. Si niego al otro, me niego a mí mismo. Es la forma más extrema de alienación, pues “ser hombre significa amar” (Mounier) y si no hay amor, no hay humanidad.
RAFAEL NARBONA
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